Provincial SP

No hay nada

En el inicio de las 123° sesiones ordinarias del palacio legislativo, el Gobernador de Salta dio un discurso que repercute en este análisis. Pase y vea.

A nadie se le escapa que a Gustavo Sáenz le tocó atravesar el año más complicado que vivió la provincia en muchas décadas. Su discurso, sin embargo, mostró una impronta demasiado optimista, en la que se combinaron varias omisiones y algunos logros, acompañados con un salteado variopinto de acciones de gobierno (e intenciones) de dudoso impacto real.

Sáenz inauguró las sesiones legislativas. Entre los puntos destacados, se refirió especialmente a los trabajadores de salud, comprometiéndose al pase a planta de más de mil contratados y a un aumento sustancial del presupuesto de salud. Sin dudas ese fue un aspecto fuerte de la intervención del gobernador, en el marco de una pandemia que todavía sigue y tiende a agravarse. Sin embargo, faltó, como ya se veía venir, una decisión en torno al escándalo del vacunatorio vip. Sáenz se sintió con la fuerza necesaria para pasar página y así lo hizo.

La segunda ola ya hace estragos en todo el mundo, colapsando sistemas de salud mucho más fuertes. En Salta, el gerente del Materno, Federico Mangione, señaló que el sistema viene con un gran stress acumulado, con cirugías atrasadas y nuevas cepas que afectan a los jóvenes. El gobernador no fijó restricciones para Semana Santa y su discurso da a entender que la vigilancia va a ser más laxa. Sin dudas, las cámaras empresariales marcaron la cancha esta vez y al parecer restará confiar solamente en la responsabilidad de cada uno.

Inversiones públicas

Más allá del Covid, Sáenz intentó mostrar una provincia que anda, con importantes obras viales, férreas e hídricas. Hizo gala de su capacidad para conseguir acuerdos con Nación, los que lógicamente están atados a los vaivenes de la crisis y de las complicadas negociaciones con el FMI, las que seguramente estarán atadas a un fuerte ajuste fiscal, en la ya golpeada economía nacional. Nada de eso importó: el gobernador pintó un cuadro cargado de inversiones, algo que todavía está por verse, en una provincia en la que el 75 por ciento de sus recursos ordinarios son dados por coparticipación.

Sáenz sí reconoció el raquitismo productivo de Salta, pero no mostró un plan para revertirlo, más allá del clásico repertorio de los gobernadores anteriores, de incentivar el diálogo, fomentar la producción y traer tranquilidad a las inversiones. Incluso mostró fervoroso, cómo un “logro”, que la actividad privada tome a sólo 6 mil obreros de la construcción. Hizo también mención al litio y hasta se animó a plantear un desarrollo planificado junto a Jujuy, pero lo cierto es que desde hace décadas la provincia es una plataforma de exportación de materia prima y no hay atisbos de agregar valor sino facilitar la extracción. Lo mismo ocurre en el agro, que solo pide y recibe excepciones y subsidios pero no genera trabajo.

El departamento Capital, complicado

El gobernador Gustavo Sáenz enumeró obras y programas a implementar en los cuales la Capital quedó afuera. Si bien esto había sido observado al momento de la aprobación del presupuesto, se esperaba algún gesto para la ciudad que concentra medio millón de habitantes, más aún habiendo sido intendente y conociendo, por ejemplo, la crisis infraestructural que arrastra la ciudad desde hace décadas.

Sáenz enumeró algunos problemas, pero la solución estuvo dada en modo potencial. Habló por ejemplo de un trabajo para detectar las fugas de agua, pero el problema es que las cañerías deberían haberse cambiado hace muchos años, y lo que se arregla hoy en un punto, mañana se rompe en otro. Habló de destrabar los planes de vivienda y avanzar en el timorato plan “Mi Lote” pero la ciudad de Salta es la segunda a nivel país en cantidad de asentamientos, algo que él como ex intendente sabe. Llama la atención, entonces, que en el distrito donde Sáenz es fuerte y ha tenido en Bettina Romero una aliada, no haya tenido una política clara.

En definitiva, un discurso bastante lavado y maquillado frente a problemas que exigen respuestas firmes o por lo menos la honestidad de reconocer que no se tienen soluciones. En un año electoral como el actual, este tipo de puestas en escena son comunes a todos los gobiernos de Salta, que en cada año hicieron las cosas “tan bien” que no se explica como, al final del camino, Salta es una de las provincias más pobres.

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